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La editorial boloñésa Odoya ha llevado meritoriamente de nuevo a las librerías la “Storia del Partito Socialista Rivoluzionario 1881-1893” (Historia del Partido Socialista Rivolucionario 1881-1893), un esmerado trabajo de reconstrucción de los doce, intensos años de vida del Partido Socialista Revolucionario de la Romaña. Los autores, Emanuela Zucchini y el conocido escritor Valerio Evangelisti, profundizaron en esta obra sus tesis de licenciatura. El libro salió en 1981, a cien años del nacimiento de este partido socialista, nacido más de una década antes de la fundación del Partido Socialista Italiano. A pesar de la indudable calidad y exhaustividad de la obra, ésta permaneció casi completamente ignorada, en particular debido al punto de vista no homogéneo al del tardo estalinismo italiano y del craxismo.
La historia de esta organización ahora hace de fondo al último ciclo literario que está publicando Evangelisti, cuyo primer volumen, “Il Sol dell’Avvenire. Vivere lavorando o morire combattendo” (El sol del porvenir. Vivir trabajando o morir luchando), salió en el 2013 publicado por Mondadori. De eso surgió la ocasión para proponer nuevamente esta Historia, instructiva lamentablemente más por lo que no ha sido que por la contribución que ha significado.
Es una Historia que comienza con un movimiento internacionalista romañolo ligado a la Asociación Internacional de los Trabajadores, en particular a su corriente “libertaria”, con una base social compuesta por artesanos radicales y un combativo proletariado rural.
Se trata de un movimiento vivaz, pero todavía inmaduro, inclinado al anarquismo, a la propaganda del hecho, que quiere todo enseguida. En su ámbito emerge y se destaca pero la investigación, a menudo contradictoria e incierta, de Andrea Costa, un compañero que comienza a razonar, a confrontarse, a involucrar a otros militantes para imprimir una inflexión al movimiento y conducirlo fuera de su fase veleidosa. El objetivo que maduró fue el nacimiento de un Partido socialista revolucionario.
En el PSR pesa sin duda la falta de adquisición del patrimonio teórico comunista. Se trata todavía de un socialismo que se basa en el predominio de las componentes éticas, pero iniciando una delimitación del anarquismo (que va más allá de las reales intenciones de Costa). El PSR es un partido que ve ineluctable la revolución de las masas trabajadoras, pero no su dirección hacia el socialismo. Por lo tanto su propósito es intervenir para “hacer consciente” y dirigir esta revolución. Al contrario del comunismo anarquista, el socialismo revolucionario romañolo reconocía la necesidad de una transición de la vieja a la nueva sociedad. El camino imaginado por Costa y los suyos fue el de una revolución que lleva a una breve dictadura de las clases trabajadoras con el fin de expropiar la burguesía y de colectivizar la propiedad de los medios de producción. Con lo cual la dictadura no tiene más razón de ser. Se determina así una nueva sociedad colectivista, con propriedad común de los medios de producción, pero con una distribución de los productos proporcional a la cantidad del trabajo individual. Con el aumento de la producción, la renovación de las relaciones entre personas, el ahondamiento de una auténtica democracia, madurarán las condiciones del comunismo. La democracia se extinguirá, cada cual trabajará en base a sus propias posibilidades y recibirá en base a sus propias necesidades.
A lo largo de los años, el Partido ve ampliar su base con el creciente acercamiento de los jornaleros, atraídos por la reivindicación de la socialización de la tierra, y del proletariado urbano, en aquellas ciudades donde comienza a aglomerarse. Se puede deducir que en 1883 los participantes eran más de un millar, lo que comportó nuevas exigencias de organización y estructura.
La obra de Evangelisti y Zucchini presenta toda la evolución de una estrategia que no ve contraste entre revolución y reformas, “fusil” y “voto”, y que llevará al mismo Costa al Parlamento (sin embargo, en base a una Unión electoral con el burgués Partido republicano). Se reconstruyen las relaciones con los anarquistas, las duras polémicas con Malatesta, la definición de la táctica del comunalismo, la relación que se iba fortaleciendo con el proletariado, el camino que llevó al PSR a superar las fronteras romañolas, configurándose cada vez más como una fuerza política de importancia nacional (pasaje luego ratificado por vía congresual). Y, además, las relaciones con los otros partidos italianos de izquierda y con las organizaciones en el extranjero.
Programáticamente y teóricamente los pasos adelante, sin embargo, no estaban a la altura. Pese a la presencia de algunos conceptos marxistas, éstos convivían fragmentariamente con múltiples orientaciones.
A mediados de los años 1880, por ejemplo, la posición sobre el Estado, en vez de definirse mejor, se vuelve tan etérea que resulta difícil de comprender. En un pasaje parece que ya se cree que el Estado puede ser arrancado de las manos de la burguesía, dando así inicio a la revolución; luego parece lo contrario, mientras tanto no es más claro lo que debería representar la dictadura de las clases trabajadoras...
Es un partido que dentro de poco padecerá una profunda crisis y la disolución, para luego volver a una breve nueva vida, que llevará a los socialistas revolucionarios a confluir en el nuevo Partido de los Trabajadores, luego Partido Socialista de los Trabajadores Italianos. El destino del PSR fue el de una historia pronto olvidada. “Il suo declino coincide con le naturali e irreversibili modificazioni alle quali il soggetto sociale di riferimento è esposto” (“Su decadencia coincide con las naturales e irreversibles modificaciones a las cuales el sujeto social de referencia está expuesto”), se explica refiriéndose al proletariado rural emiliano y romañolo.
Pero no solo eso. Un partido con una clara conciencia teórica puede también ser derrotado, pero deja un patrimonio que nuevas generaciones pueden retomar. Esta Historia también nos enseña que una organización que no la posee muere y basta.
Traducción de Luca Lupoli